jueves, 9 de octubre de 2008

Veinte de junio de ese año.

Hola, yo.
Estoy angustiada, con nudo en la garganta, con opresión en el pecho, intranquila.
No es para menos.
Mi amiga está por llegar a la Argentina.
Mandó mail "presionador".
Aún antes de aterrizar, ya está taladrando.
Soy muy consciente de que ella no se va a conformar con uno o dos cafecitos.
Tengo TERROR al reencuentro.
Mi cuerpo.
Mi familia.
Mi casa.
El lugar donde trabajo.
El tipo de trabajo que hago que nada tiene que ver con mi profesión.
Todo va a quedar en evidencia.
Siempre me adoró y me veneró y la distancia hizo que sobredimensionara sus sentimientos.
Pero se va a decepcionar.
Yo ya no soy la misma.
Me achaté, no tengo tema, ya no tengo la capacidad de escuchar, aconsejar, decir la palabra justa.
La ansiedad me hace decir boludeces, interrumpir, acaparar mal...
Mi cerebro se empequeñeció...

Mañana mi hijo menor jura la Bandera.
Van familiares.
No sé si él va a estar bien o mal.
Con él no hay medias tintas; su humor puede cambiar drásticamente de una décima de segundo a otro.
Lo más probable es que esté mal, que su propia madre lo malhumore (se dice así?) y, que por supuesto, esto se haga evidente.
De más está decir que todo recae sobre mí: ocuparme del disfraz, de invitar a los familiares, de que el nene tenga su escarapela, de llevar la cámara de fotos, de fijarme si tiene pilas, de que practique con la flauta, ya que ese día deberá tocarla...
El varón se pone un traje y va.
Lo escolar me altera.
Es sabido. Estoy preocupada.
Mi hijo menor no es mi hijo mayor.
Sus tareas, su desinterés, su mediocre rendimiento...
¡Tengo miedo!
Yo también hasta tercer grado fui buena alumna y después... lo emocional me bloqueó, todo me costó mucho a partir de ahí.
Me hice un queso, una burra.
Dura, dura.
Dura para lo social, dura para lo escolar, dura para expresarme, una momia con mi cuerpo...
Vivir era y es para mí sinónimo de sufrimiento y carga.
Para colmo, en la última reunión individual de padres y maestros, me "corrí" de la dulzura y diplomacia que me caracterizan y "descargué" todas las broncas acumuladas hasta ese momento con las docentes. Y lo peor es que quedé más cargada que antes, con culpa y con miedo a la "represalia".
Odio a las maestras de mi hijo menor.
Y ahora creo que es recíproco.
¡Ay!
¿Las odio por como son ellas o las odio porque ponen en evidencia los defectos de mi hijo?
Hasta tercer grado se podía "tapar".
Ahora ya no.
Todo "salta a la vista".
Ya no se lo puede "cubrir".
Sí, cada vez va a ser más evidente todo lo que no sabe-no quiere-no puede hacer solo.
Ya no se puede decir de él: "Es chiquito".
A todo lo que siempre hubo que enseñarle con sangre, sudor y lágrimas (atarse los cordones, por ejemplo), ahora se suma el estudiar.
Justo.
Justo esto me tocó a mí.
Y ya no se trata de dos más dos o de saber que yellow significa amarillo.
¡Eso era fácil y hasta me gustaba!
Imprimía un par de problemitas, dos cuentitas, un "unir con flechas" y... listo, el chico ya estaba preparado para la prueba que le iban a tomar.
Y así yo era la madre perfecta que se ocupaba bien.
Pero cuando creí que me "liberé" de lo escolar porque renuncié a mi trabajo "docente" (?), ahora eso vuelve y... con dificultades, trabas, problemas.
Porque para poder ayudarlo a él, primero tengo que saberlo y entenderlo yo.
¡Y cómo me cuesta!
¡Y cómo me disgusta!
Laputaqueteremilparió!!!
YA NO QUIERO ESTUDIAR, YA NO ME INTERESAN LAS CIENCIAS, NO ME GUSTA, NO SÉ, NO ENTIENDO, YA ME HABÍA LIBERADO.
NO ES JUSTO !!!
Si hay algo que sé es que soy hueca, de madera...
Y todo esto está ocupando mucho tiempo de mi cabeza.
Mucho más de lo normal.
Me estoy enloqueciendo.
Llamo a otras mamás, pero ellas no se identifican conmigo, no sienten lo mismo que yo, no les pasa lo mismo.
Cuando cuelgo estoy más nerviosa y encima mi hijo menor escucha estas conversaciones. ¡Qué torpeza!
¡Qué mal que le hago al chico!
Navego por Internet buscando desesperadamente información que me salve de mi ignorancia, imprimo hojas y hojas de material, agendo las tareas de mi hijo en mi propia agenda, compro libros por duplicado, previendo que se los va a olvidar o para evitar que los tenga que traer.
¡Es una locura!
Está mal.
Y lo sé.
Y lo sigo haciendo.

Debo prestar atención.
Mañana empieza el invierno.
Mañana mi hijo menor jura la Bandera.
Mi amiga viene en días.
Por favor, debo encarrilarme.
Ordenarme con las comidas.
Guardar todas las cosas de vuelta en el comedor.
Ya empapelé.
Ya alfombré.
¿Qué estoy esperando para ordenar?
¿Por qué siempre dejo cosas pendientes?
¿Por qué no puedo empezar y terminar un proyecto, un objetivo, un algo en la vida?

Y por favor, es necesario que mi hijo menor se vista solo, se arregle solo, empiece a prestar atención en clase, a estudiar SOLO.
Es fundamental.
Es muy importante.
Si quiero su bien, debo presionar para esto.
No debo ser holgazana, no debo sentir culpa, no debo tener miedo.
Debo obligarlo.
Explicarle lo importante que es.
Mamá no es mala porque ya no me resuelve las cosas.
Mamá me ayuda a crecer, a independizarme, mamá quiere mi bien.
Ya es hora.
Debo hacerlo.
Debo crecer yo y debe crecer él.
Debo dormir menos cada mañana si es necesario, debo cagarme en la llegada de mi amiga y en todas las trabas que vayan apareciendo.
Debo bancarme que el chico proteste y se rebele.
Debo ser fuerte, persistente y constante con él.
Que vea decisión y seguridad del otro lado.

Dios me ilumine para que así sea.

viernes, 3 de octubre de 2008

Primero de junio de ese año

No.
No entienden situaciones especiales.
¿No se dan cuenta?
Un día de semana, entre las veinte y las veintidós horas, después de que los empapeladores se fueron y el comedor es un gran caos...
Recién ahora me puedo sacar las medias, el corpiño, la bombacha, los zapatos y todo lo que me puse a las siete de la mañana...
Y lo que me espera: preparar las dos cenas, ordenar, revisar mochilas, vianditas con colaciones, instrucciones escritas a la señora que viene a hacer la limpieza mañana...
Y todos quieren cosas "ya".
Y discuten entre ellos.
¡Peligro!
Él empieza a retar a mi hijo menor.
Lo amenaza con no ver un programa de televisión que sabe que le gusta mucho: "Casados con hijos".
Nada grave por ahora, pero esto puede terminar mal, porque si mi hijo menor sigue jodiendo, la próxima amenaza va a ser "no salir con ella el viernes".
Debo frenar esto ya.
A-ho-ra.
Para eso detengo todo lo otro que estoy haciendo.
Sé que me esperan miles de detalles por resolver, pero no puedo dejar que esa discusión que ya sabe que es inconducente y termina inevitablemente mal, avance.
¡Qué débil que es él con nuestros hijos!
Grita , grita y grita, da puñetazos y...nada!

No logra nada, ni conmigo ni con ellos.
Nunca le dio resultado y persiste.
Tengo taquicardia, pero no me paralizo.
Intervengo.
Lo agarro fuerte a mi hijo menor y le obligo a hacer lo que él ordenó.
No me importa qué ordenó.
Que lo haga y ya.
Logro mi objetivo.
Sigo trabajando.
Una vez más algo recae exclusivamente sobre mí.
Yo tengo la culpa.
Yo los acostumbré mal.
Son tres pelotudos que dependen de mí.
Su vinculación conmigo reside en hacerme preguntas:
- ¿Dónde está el carnet de Club de Amigos?
- Sobre la mesa.
- No lo veo.
- ¿Estás seguro?
- Sí.
- ¿Corriste las cosas y buscaste bien?
- Ah, acá está.
- ¿Meriendo?
- Bueno.
- ¿Qué como? ¿Me preparás vos la merienda?
- Quiero manzana.
- Ya te la pelo.
- ¿A qué hora cenamos?
- ¿Qué hay de comer?
- ¿Esta corbata va bien con este traje?
Y ahora las preguntas las voy a hacer yo.
Cuando vos decís: "¿Esta corbata va bien con este traje?", ¿No notás que estoy en el peor momento doméstico del día? ¿No podés esperar? ¿No podés avanzar haciendo otras cosas?
Y cuando yo llamo a comer, ¿No podés venir rápidamente a agarrar los platos con comida?¿Podrías no dejarme "pagando" con los platos en las manos?
¿No entendés que esa cocina es una covacha en la que no hay lugar para apoyar cosas?
¿Te darás cuenta alguna vez en tu vida que yo me quiero sacar rápidamente de encima el tema de servir la cena?
Y que NO ME GUSTA, NO, NO ME GUSTA servirles.
Es un peso, es una carga, es un trabajo.
No es broma.
Es pesado.
Hasta parece que creen que cuando yo estoy en la cocina disfruto, me interesa y me da placer el pensar "qué cocino".
Sí, es hermoso encerrarme en esa covacha a prepararles las tres o cuatro o más variedades que luego devorarán.
Me encanta, no saben cuán feliz soy.
Es mi gran vocación.
(nimiamigaqueviveenisraelnimiamigadeprovincianimicuñadanimiotracuñadanimisuegraniellanitodas juntascocinarontodoloqueyococinéenestosultimosdieciochoaños).
Son tres egoístas.
Cero solidaridad.
Cero colaboración.
Cero contemplación.
Ni un gesto.
Nada de nada.
Engullen.
Se miran el ombligo.
Miran el canal de televisión elegido por ustedes.
Yo no importo.
Yo estoy en este mundo exclusivamente para servirles.
Yo no soy una persona con sentimientos.
Yo soy un ente.
Se preocupan por mí sólo cuando corre peligro vuestro alimento, las cosas que a ustedes les interesan.
Se dirigen a mí cuando necesitan algo.
Yo casi no me siento a comer.
A mí jamás nadie me sirve comida y bebida.
Hasta en los "sábados de almuerzo", la ubicación que "me tocó" y el tradicional sistema de colocar todo en la mesa y que "cada uno se sirva", hacen que inevitablemente, cada vez que comienza una interesante charla con alguno de los comensales o cada vez que quiero probar bocado, a un costado alguien me diga:
- Coca.
- Coca Light.
- ¿Me cortás una porción de tarta, que vos estás cerca?
- ¿Me pasás pionono?
- Tortilla.
- ¿La torta la cortás vos?
Y cuando no es eso, es ella que interrunpe para decir algo muy fuera de contexto.
Habiendo desayunado con vos el día anterior, ya no quiero oír sobre vos, quiera estar con los otros y aprovechar el encuentro que yo ya no puedo generar (con todo lo que eso me pesa!).
Y toda vez que logro cruzar una palabra con mi hermano menor, aparece tu cabeza tapando la cabeza de mi hermano en toda su extensión porque "justo" te tenés que servir Coca o lo que sea en ese momento y eso es mucho más importante y urgente que que yo interactúe socialmente alguna vez en mi vida...
Yo no puedo elegir el canal de televisión.
La compu me la dejan cuando ya se cansaron de usarla y usarla.
Ni bien me siento y empiezo a navegar, justo la necesitan.
Puedo tener la cara roja e hinchada de tanto llorar.
Los ojos, chiquitísimos.
Y nadie repara, nadie se percata.
Nadie me mira.
Yo no puedo escuchar un CD completo.
No, eso jamás.
Imposible tener una conversación con mi marido sin interferencias.
No.
Mamá y Papá no pueden dialogar.
Tampoco puedo hablar por teléfono como el común de las personas.
Moscardean.
Joden.
Se provocan entre ellos.
Holgazanean.
No existo.
Yo los crié y los acostumbré así.
Dejé pasar muchas cosas.
Por miedo, por dejadez, por comodidad, por no saber, por no poder, por culpa, por bajísima autoestima, por no contar con un compañero que me defienda, que me acompañe, que les enseñe a valorarme.
¿Y ahora?
Rengueo por el espolón, ¿Y?
Voy y vengo cientos y cientos de veces, desde la habitación al comedor,
del comedor a la cocina, de la cocina al baño, recogiendo ropa sucia., guardando objetos, ordenando el caos, cocinando, preparando cosas para el día siguiente, ¿Y? ¿Nadie se conduele?
Las pantallas me ganan.
Triunfan sobre mí.
Siempre es más importante el diario, la tele, la compu, la Play, la panza llena...
Sí.
Siempre es más importante eso.

Mayo de ese año.

Hay una seguidilla de días calmos, pero no debo descuidarme.
Quiero retomar el orden en las comidas.
Quiero vincularme mejor con esa amiga que vive en provincia, sobre todo después del mail que me mandó, en donde me relata la crudeza de su enfermedad psiquiátrica.
No puedo permanecer pasiva ante esto.
Pido poco.

Veinticinco de mayo de ese año.

No debo relajarme.
Él y mi hijo menor no deben estudiar juntos, salvo que sea una tarea encomendada para hacer con la familia.
Termino yo siendo castigada.
Ya está comprobado.
Mi hijo mayor también sufre al presenciar la escena.
No debo seguir equivocándome.
Me relajé y volvió a pasar.
No debo relajarme.
Él y mi hijo menor no deben estudiar juntos, salvo que sea una tarea encomendada para hacer con la familia.
Termino yo siendo castigada.
Ya está comprobado.
Mi hijo mayor también sufre al presenciar la escena.
No debo seguir equivocándome.
Me relajé y volvió a pasar.
Que no vuelva a pasar.

Las tareas de mi hijo menor deben recaer exclusivamente sobre mí.
Sí, también esto recae sobre mí.
Es así.
Así es.
Debo entenderlo.

Me debe entrar.
Es así.
Me debe entrar.
Es así.
Me debe entrar.
Es así.

Aflojé y pasó.
Nuevamente pasó.
Boluda.
Justo en la previa a una fiesta.
Sabía que no me convenía.
Tenía que andar con pie de plomo.
Y pasó.
Me lo busqué solita.
¡Ilusa!
¡Boluda!
¡Boba!
¡Me metí solita en la cueva!

Recae sobre mí.
Recae sobre mí.
Sobre él, no.
Una vez más, él queda eximido.
Una vez más un peso recae sobre mí.
Debo soportar.
Debo aguantar.
Me conviene.
No debo delegar.
Debo acordarme, sí?
No debo delegar.
No sirve.
No lleva a nada bueno.
Al contrario.
Reaparece el infierno, el pavor, el espanto...
Es peor que hacer tarea,
es aún peor que volver a ser yo la alumna...
Comprobado.

Siete de abril de ese año

Quiero que algún día el peso que haya perdido sea idéntico al peso que tenga mi hijo menor en ese momento.

Quiero que algún día mi peso sea inferior al de él.

Yo quiero celebrar los tres años del lugar donde trabajamos con el mismo peso que cuando se inauguró, es decir, con unos cinco o seis kilos menos...
... y tener ese peso o menos en las próximas vacaciones.

Quiero cambiar el primer dígito de mi peso por el inmediato anterior, es decir: quiero que mi peso conste de dos dígitos y no, de tres.

Nueve de abril de ese año.

Hoy alguien se dio cuenta de que bajé un poco de peso.
Alguien lo notó y me lo dijo.
Alguien me observó a mí, me consideró y me habló sobre eso.
Ella.

miércoles, 1 de octubre de 2008

La gente

La gente se toca, se abraza, se besa, se cuenta las cosas, charla...

¿Yo no soy gente?

ROSH HASHANÁ - Treinta de septiembre de ESTE año

Ella llevará el pollo y las tortillas.
Ella llevará el pollo y las tortillas.
Ella llevará el pollo y las tortillas.
Ella llevará el pollo y las tortillas.
Ella llevará el pollo y las tortillas.
Ella llevará el pollo y las tortillas.
Ella llevará el pollo y las tortillas.
Ella llevará el pollo y las tortillas.
Ella llevará el pollo y las tortillas.
Ella llevará el pollo y las tortillas.