domingo, 1 de marzo de 2009

Seis de febrero del siguiente año

Y desde que volví de las vacaciones no hago más que pensar en una sola cosa.
¿Cómo haré para “pilotear” los compromisos sociales?
Se supone que después de treinta y ocho días de ausencia nos tenemos que ver.
Es lo esperable, lo lógico, lo normal, lo que solíamos hacer hasta hace unos años sin tantas vueltas, como si fuera algo natural, que en realidad lo es …
Ya ni sé si deseo o no deseo esos encuentros, porque ya ni siquiera sé qué es lo que realmente siento…
Lo único que tengo en claro es el deseo de morir para huir de todo esto.
Y si bien hice mérito en estos treinta y ocho días para “calmar las aguas” y que el “señor” volviera apaciguado, su “antipatía social” permanece y hasta me da la sensación de que se jacta y de que cree que es admirado por eso, le encanta tener ese poder, se siente más importante…
Nunca entendió mi angustia.
Creerá quizás que se trata de un juego, de un caprichito, algo así como cuando mi suegra le pedía “platita” a su marido para “zapatitos” y él “bicicleteaba” y “bicicleteaba” hasta que finalmente el “macho” accedía a darle lo que en realidad… ERA DE LOS DOS!!!!
Y me la hace difícil y se complica…
Y cuando finalmente accede a algún encuentro familiar y dicho encuentro se concreta, se la pasa mirando el reloj, poniendo cara de culo, y los demás obvio que lo ven y yo quedo en evidencia: mi verguenza, mi sumisión…
Pero para mí NO ES NINGUN JUEGO, esto no es un capricho, ésta es LA RAZÓN DE UN HONDO SUFRIMIENTO que él quizás cree que es fingido o “armado”…
Pero yo no soy su mamá, que histeriqueaba con el marido al “dame”, "no te doy”, “tomá”…
Para mí se trata de un AGOBIO REAL, que se traduce en nudo en la garganta, taquicardia, angustia, que ocupa mi cabeza el cien por cien del tiempo.
¿Podrá entenderlo?
¿Cómo mierda hacer para que me entienda?
Desde que llegué, no hago más que pilotear y pilotear: este sábado justo hay un partido de tenis importante incompatible con un encuentro familiar, este viernes mi hijo menor y ella no se pueden ver por esta misma razón (se pasó para otro día), el día que él le quiere dar una misión a mi hijo mayor coincide también con una propuesta de salida que finalmente logro que se concrete, el horario en el que él decide que se cena dan un programa que todos menos él quieren ver, para el sábado que viene sacará entradas para el Lawn Tennis.
Y pilotear, y sufrir, y la taquicardia…
No me vi con nadie, me hablé por teléfono con pocos, miento, pienso estrategias, y ya, recién llegada de treinta y ocho días de vacaciones, me siento cansada, harta, hastiada y vislumbro que voy a estar todo el año piloteando, viendo cómo hacer con este nuevo capricho de que mi hijo menor debe ir a Terapia, cómo hacer para reemplazar los días viernes que históricamente ella usa para ver a mis hijos por otro día (ya que quizás mi hijo menor tenga Básket y agregaré Ortodoncia para este año), Pésaj, Rosh Hashaná, cumpleaños…
La puta madre que los re mil parió.
Es horrible vivir así.

Veinticuatro de agosto de ese año

La concha de la lora.
La puta madre que los re mil parió.
Estoy harta del tironeo por los “sábados de almuerzo”.
Tu objetivo de que entre hermanos nos veamos es mi peso.
¿Y vos cuándo ves a los tuyos?
Si observás detenidamente, los hermanos una vez que crecen y forman sus familias, se ven muy de vez en cuando.
Buscá ejemplos entre conocidos y familiares y lo vas a poder comprobar.
Pero no, sos caprichosa, sos obsesiva, sos hiper ansiosa…
Y yo ahora otra vez me siento entre la espada y la pared.
Que no sé cuándo carajo juega el equipo de Fútbol del que mis hijos son fanáticos.
Que no sé si él querrá o no ir.
Que justo lo armaste a la tarde, y sabés que él duerme la siesta.
Que justo él cumplió años y van a “joder” con la tortita…
(Y mi corazón va a latir acelerado…).
Que hoy es jueves y ya te tengo que dar una respuesta.
ESTOY HARTA.
Esto se soluciona de una sola manera.
Se atenúa, al menos.
Vos sos la que me llevás a que yo desee eso.

Si fueras más inteligente…
Tus hijos somos tres y a nosotros nos ves.
Tus nietos son cuatros y a ellos los ves.
¿Qué necesidad hay de tenernos a todos a una mesa?
Tu obsesión es tenerlo a él.
Pero él es mío y vos no le interesás.
Ni le interesa ninguno de los demás.
Lo siento.
Buscate otros objetivos, otros intereses.
Dejá de una vez de joderme.
Basta.
Basta.
Basta.